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03 de febrero de 2016
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GOLPE DE ESPERANZA
¿Qué vas a entender de democracia, si eres una libertina?, ¿qué vas a comprender de dictadura y opresión, si nunca viviste esa época en carne propia? y ¿qué vas a saber del verdadero concepto de “seguridad”, “trabajo”, “respeto” y “progreso”, si no evidenciaste las grandes obras de mi querido general, Stroessner? Trilladas preguntas de cualquier adulto a un joven.
Por Desirée Esquivel

A nivel latinoamericano, Paraguay debió tener uno de los sistemas jurídicos más avanzados, entre 1989 y 1999, relacionados a términos de elaboración de leyes progresistas, pero lamentablemente, hasta la fecha, no existen las condiciones institucionales, ni personas coherentes en las bancadas parlamentarias –más de cinco, por lo menos–, para la aplicación de alguno de ellos y realmente llevar al país a un nuevo rumbo.

La primavera estudiantil del 2015 que inició con los estudiantes de la secundaria y alcanzó a los universitarios, fue una clara muestra de cómo llega un punto en el que, el sector se fortalece y se encamina a un objetivo contundente: dar de baja a la corrupción que fue carcomiendo, sin pudor y a escondidas, el bolsillo del pueblo. Por más que se haya alargado “esa lucha” y ya por cuestiones políticas, se logró un importante cambio en meses,  lo que en años se alimentó.

Esto fue debido a la indignación acumulada, los desesperados deseos de contar lo que sucedía y emplear el verdadero significado de la “libertad”, aquel valor logrado, en cierto modo, un 2 y 3 de febrero de 1989, gracias a una sublevación militar encabezada por el consuegro de Alfredo Stroessner, el general Andrés Rodríguez, que dio inicio a la “democracia” paraguaya.

El general no estaba dispuesto a dar un paso atrás y entregar el poder ante la intimación militar.

El general no estaba dispuesto a dar un paso atrás y entregar el poder ante la intimación militar.

Finalmente, Stroessner se asiló en Brasilia –Brasil–, donde vivió hasta su muerte –16 de agosto de 2006, tenía 94 años–.

El nuevo presidente, de los primeros años de la democracia, involucrado también el narcotráfico, ilusionó a un país golpeado y maltratado. Fue difícil ese primer período para el entonces mandatario, pero con una corrupción imperante. Situación complicada para el entendimiento de muchos de los que creyeron que la vida era mejor callar ante las injusticias.

A diferencia de los universitarios que lucharon por la destitución de corruptos de la UNA en el 2015, los jóvenes uniformados, más conocidos como “soldaditos” de 1989, salieron a las calles a dar sus vidas y lograr la caída de la dictadura.

 

No hablemos de historia, sino de realidades…

Leí un interesante análisis del periodista y filósofo, Eduardo Quintana, que me recordó lo que vengo leyendo desde hace tiempo y guarda relación con el ranking intencional en diferentes “categorías”: en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, de 168 lugares, Paraguay está en el 130, el Índice de Desarrollo Humano, ubicó al país en el puesto 112 de 188 países y en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2015 de Reporteros Sin Fronteras, de las 180 posiciones, el periodismo paraguayo quedó en el 109.

Además, Quintana resaltó que desde 2012 hasta 2015, Itaipú entregó 300 millones de dólares, a través del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide), para el supuesto mejoramiento de infraestructuras de escuelas y colegios. En consecuencia, ofrecer también, una digna alimentación a los estudiantes en almuerzos y meriendas escolares, desgraciadamente no es novedad.

Agregaría, el despilfarro en la Institución de Previsión Social (IPS), una mafia aparte, ministerios, municipales, gobernaciones, policía y otros actores que en vez de estar al servicio de la comunidad, la roba guaraní por guaraní. Si bien, el nuevo Gobierno trata de transparentar las entidades públicas, mostrando a la ciudadanía los ingresos en las instituciones, socializar propuestas de inversiones, dejar al acceso la lista de cargos de sus funcionarios y cuánto ganan al mes, no es suficiente.

Se trata de un paso tímido y firme que necesita darse con frecuencia para que los paraguayos volvamos a creer en las autoridades y al fin hacer el cambio que tanto se desea y reclama.

Que al fin comprendamos que la democracia está hecha para todos: adultos, jóvenes y niños, ya que siempre es importante volver a dar un golpe, pero uno de esperanza y fortalecimiento para encaminar al país hacia un mundo de maravillas que soñamos.

Recordemos las hazañas, anécdotas, historias que nos identifican para alcanzar la verdadera libertad, aquella conquistada de un golpe en 1989, después  de humillaciones, exilios, secuestros, violaciones y muertes.

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Asunción - Paraguay